Valladolid a 29 de marzo de 2009
Aterrizar en Venus, o como adaptarse a un entorno hostil en un tiempo record.
Durante mis prácticas he tenido la maravillosa oportunidad de comprobar como se produce la adaptación de un niño a un nuevo entorno y los choques brutales que le ocurren. Sería increíble poder ver que pasa en su pequeño cerebro durante estos primeros días, porque los cambios son tan importantes y significativos que creo que un adulto sometido a este proceso es muy probable que se derrumbase antes.
He visto el miedo en los ojos de una niña de 4 o 5 años. He visto como apenas era capaz de abrir la boca y como sus iguales, intentando agradarla, casi la agobiaban más, pero también he visto como se puede cambiar radicalmente de actitud en solo un día, y como, casi por arte de magia, esa niña pasa a formar parte del grupo, aunque su nivel de comunicación con el resto sea mínimo, gestual y básico. El grupo, actuando como un único ser, toma a la niña y la hace suya la incluye en su dinámica y, en un solo día logra lo que en el mundo adulto, en condiciones normales, nos cuesta muchísimo más por diversos motivos. Los niños son maravillosos cuando quieren, y lo demuestran aceptando sin ningún tipo de recelo a un nuevo integrante, en este caso de características muy diferentes a la mayoría, y no solo en cuanto a su físico, sino también en cuanto a su escasa capacidad para comunicarse con los demás. Son capaces de asimilar y asumir que esa persona aun no sabe comunicarse de la misma manera que ellos, pero no les importa. Celebran con alegría que la niña dice “a” y te lo cuentan como un gran avance en su integración. Son esos detalles los que marcarán, en mi opinión, el avance rápido o no de la niña en la adquisición de este nuevo idioma, el nuestro.
Voy a dividir este modesto intento de investigación, aunque no descarto ampliarlo, en dos partes. Una inicial con los datos obtenidos, gracias a mi diario de clase, en la que haré una exposición de los hechos que le ocurren a esta niña en el día a día desde su llegada al colegio hasta que yo abandono el mismo al terminar mis practicas; y una segunda parte, en la que tras unos meses, volveré al colegio para ver la evolución de la niña.
La niña llega al colegio el lunes 2 de marzo, aunque la esperábamos el viernes anterior. Han entrado más tarde que los demás y el resto de la clase ya estaban quitándose abrigos y poniéndose los babis.
La niña ha venido acompañada por su madre y su abuela. Nuestra nueva alumna se llama Yi Yao (Ylliao) o algo parecido. Parece que tiene un nombre oficial y el coloquial o el de casa que debe ser este, pero sus padres han decidido que en España se llame LISA. Esto, que seguramente los padres hacen para facilitarnos al resto la forma de comunicarnos con la niña, supone a la vez un problema para ella, ya que, se ve en su cara, parece que es la primera vez que la niña se enfrenta al nombre que la va a acompañar en su etapa escolar a partir de ahora.
La niña esta muy asustada (normal). No conoce nada de español y la madre, que si sabe algo (menos mal) se ha quedado con ella incluso en la asamblea (a la abuela la hemos pedido que se marche). No es lo habitual y puede ser un error, pero creo que este caso es muy particular. Al igual que los niños que van por primera vez al cole, a Lisa, le cuesta separase de la madre. Investigando un poco, parece que la escuela infantil no esta incluida en los nueve años de educación obligatoria en China, por tanto no sabemos si la niña habrá estado antes en una escuela infantil. El caso es que tenemos un problema, pues parece no poder separarse de la madre y encima el handicap del idioma…Menos mal que de momento somos dos maestros (ya me considero así) en el aula y será un poco más fácil para trabajar con ella que si estuviera un solo maestro.
Yo había buscado como se dice hola y alguna palabra más en chino, con la intención de hacerle más llevadera a la niña este primer choque con el grupo y el viernes se lo había hecho decir varias veces a los niños -Nǐ hǎo-, aunque el resultado fue más bien discreto, la clase lo intentó. Supongo que la pronunciación no fue correcta, aunque la madre si lo entendió e intento que la niña contestase, pero fue en vano.
Bien, después de presentarse en la asamblea (lo ha hecho la madre por ella, ya que apenas ha hablado, ni siquiera en chino), hemos pedido a alguno de los niños que se presentase y le diera la mano, pero ademas de no entender esta costumbre, seguía sin pronunciar un sonido y con una carita de asustada que me daba mucha pena.
Tras la asamblea los niños han ido a sus mesas, y a Lisa la hemos colocado en la mesa de Yeray, Samuel, Laura D., Paula B. e Iván, pensando Rosa, la maestra sustituta que, al lado de Samuel, que es bastante bueno en general y en particular como alumno, éste la podría ayudar. La madre estaba por allí y, aunque hemos intentado que saliera fuera, poco a poco, la niña enseguida dejaba de hacer lo que fuera para irse con ella. Mientras estábamos en esto, no nos hemos acordado que a las 10 tenían religión y nos ha pillado la especialista por sorpresa. Al final, la directora ha llegado y hemos salido con ella de la clase a la sala de profesores. La directora, se encarga de la clase de atención a la diversidad y ha estado intentando que la niña se sienta tranquila pintando un dibujo con su ropa, su casa, etc. Yo, muy interesado en ver si la niña se integraba y dejaba que la madre se fuera, le he hecho un barco de papel y he intentado que ella me ayude con los dobleces. Lo he conseguido un ratito, pero en cuanto se ha dado cuenta que no estaba su madre, la niña se ha puesto a llorar desconsoladamente. No había forma de calmarla, ni el tono suave, ni las caricias…, ella no entiende lo que le decimos…y es dificilísimo conseguir calmarla. Le he hecho una pajarita de papel, la he cogido en brazos, pero nada, ni así. Solo se ha calmado cuando ha vuelto la madre. Es curioso como en una civilización tan alejada de la nuestra, con una cultura ancestral, el sonido que emite un niño para reclamar a su madre sea tan parecido. Su manera de articularlo, con lagrimas en los ojos, y cayéndole por las mejillas eran muy similar a nuestro “mama”, o por lo menos a mi me ha parecido muy similar. De hecho pensando en esto ahora, me doy cuenta que en ingles es mum, en Frances maman, en italiano es mamma, en aleman mama. He buscado y en checo es malinka, en holandés ma, en rumano mami... En fin, se que la pronunciación de todas ellas es distinta, pero a la vez tiene un parecido asombroso si lo pensamos. Y es curioso este parecido, no tanto en las lenguas de la misma procedencia como las indoeuropeas o las que vienen del latín, pero si lo es al compararlo por ejemplo con el chino, o el vietnamita. Ahora estoy seguro que un niño cualquiera, de cualquier lugar de este planeta, que reclame a su madre con 4 o 5 años emitirá un sonido parecido a mama o mami reconocible fácilmente por cualquiera, independientemente del idioma o idiomas que se hablen y se además que esto tiene una base teórica, que tiene que ver con la conjunción de dos sonidos: el de la bilabial “m” y el de la vocal “a”, que se repiten en todos los idiomas, salvo en el Navajo, por lo que son tan fácilmente reconocibles para cualquier hablante, hable lo que hable.
Bien, después de calmarse tras estar con la madre, de nuevo regresamos a la clase. Los compañeros habían continuado la jornada normalmente y en este momento estaban terminando la ficha y los que lo hacía iban a jugar a los rincones. Me la he llevado al ordenador para intentar que jugase a algún juego y así se tranquilizase, pero no ha servido. Ni siquiera la omnipresente madre, detrás, hacía que la niña tomase la iniciativa, por más cosas que la decía en chino. He puesto un juego de puzzles y parece que si que le gustaba, pero su cara no daba muestra de ningún entusiasmo. Los otros niños la miraban con mucha curiosidad e imagino que se preguntaban porque la madre seguía allí, a su lado, pero, en fin la cosa no ha pasado de ser una mera anécdota en este raro día de encuentros. Tras un rato de juego, la niña se ha cansado y esto ha coincidido con el momento de recoger para salir al recreo. La niña se ha puesto en la fila, pero a pesar de los intentos por dejarla sola, la madre ha tenido que venir con nosotros. Los niños han salido a jugar y, tras un primer rechazo si no estaba la madre, hemos conseguido que juegue con los demás en los toboganes. A la madre le hemos dicho que poco a poco se fuera hacia la puerta y saliera, pero la niña, en cuanto sentía que no estaba carca o le perdía la pista visualmente, iba a buscarla. Aun así, ha sido el único momento en que la niña ha sonreído y ha estado algo de tiempo separada de la madre. Espero que mañana sea mejor.
Después del recreo, vuelta al aula.
La niña y la madre, que hoy eran todo uno, siguiendo la recomendación de la Directora, deciden que ya está bien para el primer día, e imagino que pensando en lo duro de los próximos días, se van a casa.
El resto de la clase le ha dicho adios y ella ha emitido sus primeras palabras en castellano (creo que han sido las primeras que la he escuchado hoy aparte de llorar reclamando a su madre), un timidísimo adios, apenas imperceptible, pero un buen comienzo, o eso espero.
Solo ha pasado un día y el cambio ha sido brutal, radical diría yo. Un buen presagio para conseguir que la niña sea una más. Hoy han llegado tarde, cuando los niños estaban preparándose para la clase de psicomotricidad aun no había llegado y he de decir que he pensado que no vendría simplemente por miedo. Afortunadamente me he equivocado y aunque tarde han venido al cole. La madre, aconsejada por la profesora de psicomotricidad, un poco a su pesar, se ha marchado y la niña, sorprendentemente, visto lo de ayer, lo ha aceptado y se ha integrado rápidamente. Según lo que nos ha contado Isabel, que es la profe de psicomotricidad, la niña ha participado en los juegos y todas las demás niñas están deseando ser su amiga. El carácter cambiante de los niños de esta edad se puede comprobar que es universal, y donde ayer había lagrimas hoy hay risas y manos apretadas, niñas que juegan ,corren y saltan sin apenas mantener un mínimo de conversación. Bastan unas miradas y unos pocos gestos para que se construya la comunicación. Dada mi escasa experiencia, no puedo más que sorprenderme ante un hecho que, aunque normal entre niños de la misma nacionalidad y lengua, no me parece tan habitual entre niños de tan diferentes culturas.
La llegada de Lisa a la clase ha coincidido en el tiempo con el aprendizaje de la letra “l” minúscula. Sus compañeros, obviamente más avanzados trabajaran fichas encaminadas a este aprendizaje y después, siguiendo la rutina diaria, irán un poco a los rincones. Lisa ha empezado con las vocales, según el mismo método. Esto es, comienza a trabajar en lo que sus compañeros han trabajado durante los 2 trimestres anteriores. Es una dura tarea la que le espera para, además de ir organizando su cerebro con los nuevos conceptos y el nuevo lenguaje, hacerlo con muy pocos apoyos fuera del aula, ya que, podría aventúrame a decir que en casa no tendrá demasiada ayuda en este sentido. No tanto por ganas de ayudarla sino, imagino, por falta de conocimientos tanto de sus padres como del resto de su entorno. A pesar de todo, ha hecho alguna ficha de la “u” y parece muy dispuesta a trabajar.
En lo que de verdad no ha tenido problemas es en su socialización. Hoy jugaba en el recreo con los demás niños como una más. Más aún, imagino que se sentiría muy bien, siendo el centro de atención de la mayoría de niñas, deseosas de ser su nueva mejor amiga, agarradas de la mano, subiendo y bajando toboganes.
Con la llegada de un nuevo día, Lisa no hace sino sorprenderme aún más si cabe. Con solo dos días de trabajo evoluciona a pasos verdaderamente sorprendentes, y ya es capaz, con algo de ayuda, de trabajar al mismo ritmo que sus compañeros, aunque aun le falte mucho para entender todo lo que ocurre y aunque a veces haga tareas distintas, más adecuadas a su nivel.
Cuatro días han pasado desde que Lisa aterrizara en nuestra clase y hoy, tras una tarea, les he propuesto varios juegos. Primero les he organizado en una especie de barco, como si fueran remeros, con un capitán que iba diciendo que hacer al resto. “Todos adelante”, y todos se echan sobre el compañero de delante. Lisa, plenamente integrada, se ha reído como la que más y ha disfrutado de este momento de relax. He conseguido mantener su atención, con distintos capitanes y alternativas, pero un rato. Entonces algunos niños me dijeron que estaban cansados y he propuesto un juego con los balones. A la vista del resultado, un error (no se pueden juntar niños y balones sin provocar descontrol y alboroto), he rectificado rápidamente y les he quitado los balones y les he mandado ponerse a 4 patas sujetando los tobillos del compañero de delante. –empieza a moverse el gusano loco- les digo. Entonces las risas eran comunes, pero nuevamente, los elementos distractores hacen que cambie de actividad. Ahora todos de pie, en círculo, les pido que suban los brazos mientras nos hinchamos como globos y soltamos el aire mientras nos agachamos con los brazos colgando. Las carcajadas son evidentes y son casi al unísono. Ha sido aquí la primera vez que la he odio soltar una sincera carcajada y mostrarme una amplia sonrisa, lo cual, tengo que reconocer que me ha gustado mucho. Repetimos varias veces el ejercicio con sus buenas dosis de carcajadas y sacudimos manos y pies.
Hoy hace 5 días que Lisa llegó. Tras quitarse abrigos y demás, se van sentando en la asamblea. Hoy el responsable es Gabriel. Repasa como siempre el nombre de todos y al acabar y llegar a la foto de Lisa y…compruebo con alegría que, aunque ayer hubo que levantarle el brazo al llegar a ella, hoy ha sido capaz, sin ayuda, de responder a su nombre levantando el brazo automáticamente como el resto de sus compañeros. Un nombre, por cierto que hay que recordar que prácticamente se lo acaban de poner, lo cual hace aún más significativo este gesto.
Es lunes y comienza una nueva semana. Hoy tenemos varias faltas de asistencia. Lisa ha llegado a tiempo por los pelos. Los niños se van quitando los abrigos mientras nos saludamos. Algunos me enseñan sus juguetes, otros el cuaderno viajero y…, pasamos a la alfombra para la asamblea. Por turno le toca a Lisa ser la responsable, y yo me encargo de ayudarla. Le voy diciendo los nombres de sus compañeros en el barco donde están las fotos y ella los repite todos, con mejor o peor fortuna. Parece no tener voz, y a veces da la sensación de que no puede hablar. Sigue mostrando cierta timidez a la hora de hablar delante de los demás y más aun delante de toda la clase. Esto creo se debe en parte, creo a la forma de entender la educación en China. Creo, me consta, que las aulas están masificadas. Clases de 45 niños no son habituales a este lado del planeta y esto conlleva una disciplina y una forma de enseñar que se acerca a lo que vivieron aquí en generaciones pasadas, mi padre, por ejemplo. En China la individualidad se penaliza. Tanto dentro como fuera de la escuela. No se puede uno salir del grupo salvo en casos muy particulares, por tanto, cuando le va a tocar a ella, digo su nombre, señalo su foto y…tras un momento de duda, ella levanta el brazo, aunque agacha un poco la cabeza, mostrando cierta vergüenza.
Una vez terminada la asamblea, les dejamos en la alfombra esperando a la profesora de religión. A Lisa le saca la directora para darle la clase de atención a la diversidad durante esa hora. Al salir de clase veo que Lisa está sentada en el despacho de la directora, y no puedo evitar entrar a ver que es lo que esta haciendo. La directora parece que está trabajando vocabulario y le ha puesto unos dibujos con el nombre para que los colores. Durante un ratillo me quedo en allí y le hago unos cuantos dibujos, con el nombre debajo y ella, sola, los repite bastante bien (casa, pez, árbol…) y también los colores (rojo, verde…). Se que no es mi obligación estar con ella, ya que la clase se la tiene que dar la Directora, pero no puedo evitarlo, y por eso me quedo un rato con ella, maravillado al ver que estando sola, a mi lado, repite sin problemas todas y cada una de las palabras que vamos haciendo. Tanto es así, que debo tener cuidado con la entonación, pues la niña entona cada palabra tal y como yo se lo digo.
La mañana trascurre normalmente hasta que vuelven del recreo y se ponen a almorzar. Nos sigue sorprendiendo la cantidad de comida que trae Lisa. Si continua así, tendremos que mandarle una nota a la madre (ya que la recoge la abuela o el abuelo y apenas entienden castellano) para explicarle bien como va lo de los almuerzos. Parece que entendió que debía meter todo lo de toda la semana cada día, y así, la niña saca: un yogur, un “actimel”, un “taper” de frutas grande, un bollo de bollería industrial, un Ferrero Rocher, un “kínder” choco…en definitiva un despliegue inmenso. No se come todo, menos mal, pero sigue siendo mucho y reconozco que, viendo físicamente a Lisa (es muy grande y fuerte en comparación con las niñas chinas de su edad) se entiende que se haya desarrollado tanto. Bromas aparte, es una niña sana, seguramente por encima de la media en cuanto a peso y altura, y más aún respecto de las niñas de tipo asiatico.
El comienzo del día siguiente esta lleno de novedades para los niños. He preparado una actividad en la pantalla digital y para ello tenemos que subir a una de las clases de los “mayores”. Después de prepararlo todo, he bajado a buscarles. Cuando han entrado las caras eran de bastante asombro. Era la clase de los “mayores” y eso impone. Se han ido sentando en las sillas que les había preparado y, como Daniel es el responsable hoy, le hago pasar el primero por la pizarra. La actividad la realizo mediante la pizarra táctil y unas páginas Web que he buscado. Como el tema de esta unidad es los medios de transporte y hemos visto algo de seguridad vial les he buscado una página que se llama www.educapeques.com y que tiene un apartado de seguridad vial. Son distintas y sencillas situaciones bastante habituales en las que las opciones a responder solo son 2. Si está bien pulsan en la pantalla un enorme botón verde con la palabra BIEN, escrita dentro o si está mal pulsando en la pantalla un gran botón rojo dentro lleva escrito MAL. Hay algunos que dudan, pero entre todos resolvemos las dudas. Aprendizaje cooperativo podría decirse, aunque todos participan salvo Mario F., que no quiere salir y tampoco Lisa, que aun creo que tiene miedo (de nuevo salea relucir su cultura, en la que la individualidad se penaliza)
Pasamos la mañana como otros días, y después del recreo, al entrar en clase, todos me piden agua, e Isabel, la profe de inglés que ya está con ellos, les dice que me lo tienen que pedir en inglés. La mejor en esto es Lisa, capaz de repetir mejor que los demás los nuevos sonidos. Viendo esto, empiezo a entender mejor las teorías de Chomsky sobre la capacidad innata para el leguaje, o las de Lenneberg sobre la dotación biológica para el lenguaje de los seres humanos.
Volviendo a Lisa, lo que voy a relatar ahora, pone de manifiesto que ocurre cuando uno de los canales de la comunicación esta cerrado o tiene errores. Los niños tenían que hacer una ficha en la que deben recortar y luego pegar unos rectángulos en el lugar correspondiente por tamaño. Les decimos que recorten todas las piezas (rectángulos) y comprueben, antes de usar el pegamento, donde hay que ponerlas. Algunos usan el pegamento antes de tiempo y les obligamos a despegarlas ya que además de adelantarse lo hacen mal, sin comprobar que se corresponden pieza y hueco. Lisa también usa el pegamento y Rosa le riñe. Utiliza un tono de voz elevado y la niña se queda como parada. Creo que no había entendido que era lo que había que hacer y tampoco, por tanto, porque se la riñe, así que, cuando me acerco y le pregunto que le pasa, empieza a implarse, a implarse hasta… romper a llorar, de forma desconsolada y agarrar un berrinche que no había forma de parar. Rosa me dice que la deje, pero al final es ella la tiene que sacarla al baño a lavarle la cara y después de un rato vuelve más tranquila. Creo que aquí la maestra se equivocó. No en reñirle si había hecho mal, como a los demás, sino en que estoy convencido de que la niña no entendió la primera instrucción y por tanto creo que debería haber sido menos dura con ella.
Ha pasado otro día y los avances de Lisa son más que evidentes. Hoy, después de mucho esfuerzo por parte de todos, van acabando, unos mejor que otros, y están un rato en los rincones. Rosa mientras, pasa con otro grupo para intentar que lean la cartilla. Además hoy le tocaba a la mesa de Lisa. Ha conseguido que la niña diga las vocales y le ha hecho ir levantando el tono hasta llegar a dar un grito para decir la “a”. Más tarde hemos ido a los ordenadores. Aquí Lisa, no parece tener problemas a la hora de manejar el ratón y el teclado, nada distinto a lo que les ocurre a los demás. Participa con su compañera de manera natural en los juegos y actividades que ellas eligen. Desde aquí hasta el lunes siguiente no ocurre nada interesante. Además de comenzar la última semana de prácticas, el lunes trae una sorpresa. Mientras estaban poniéndose los babis, todos gritaban con sorpresa que Lisa también tenía babi esta semana, y es que ese dato sobre la manera de vestir de Lisa que hasta ahora había omitido, no había pasado en ningún momento desapercibido para los niños. Desde el primer día en que llegó con unas botas altas, de tacón, como de una niña mayor, pasando por el segundo día en que entro con unos zapatitos de charol negro con un alto tacón que provocaron la admiración y envidia de todas las demás niñas hasta cuando por fin fue a clase con unos playeros normales, aunque con unas mallas. En fin, que no me sorprende que le presten atención a estos detalles como la ropa, y más aún cuando se trata de su prenda de trabajo, el babi. Mientras esperábamos que llegara la “seño” de religión, he vuelto a hacerles sentar en la asamblea y hemos hecho unos ejercicios de relajación que, como la otra vez, han acabado en risas. No me dado cuenta que al levantar los brazos se me veía el ombligo y a ellos esto les ha parecido súper gracioso, riéndose a carcajadas de mí. Superado el momento de vergüenza y risas, ya con Yolanda, la maestra de religión, en clase, he cogido a Lisa, que no da religión y se la he llevado a Pilar, la directora, para la clase de Atención a la diversidad.
Después del recreo, mientras yo les explico la ficha que les toca, Rosa se lleva aparte a Lisa para explicarle los colores. Es una niña sorprendente y con un gran amor propio. Incluso podría decir que es un poco perfeccionista. Tenían que hacer una ficha, en la que debían poner unas caras triste, feliz, de miedo y de susto. Después de ayudarla, llevando su mano haciendo tres de las cuatro caras que debían dibujar, la dejo sola para que haga la cara feliz, igual que la del modelo, y se lo indico con gestos y con las manos, además de vocalizárselo. Cuando me doy la vuelta, veo con agrado que, sin decirle nada, ella misma ha cogido una goma, ha borrado las caras que yo le he hecho con su mano y las ha vuelto a hacer ella sola. Me parece un hecho sorprendente, ya que lo habitual en la mayoría es que después de ayudarles, si tu no se lo borras, ellos tampoco lo hacen por sí mismos, y a Lisa no ha hecho falta decirle nada. A pesar de las dificultades en cuanto a comunicación, creo que nos entendemos bien y me parece que me entiende muy bien las instrucciones a la hora de realizar cualquier actividad. Otro momento curioso es cuando le hago poner su nombre y el día de la semana en las fichas que trabaja, al igual que al resto de compañeros, claro. Al principio le iba escribiendo letra a letra en el encerado, en grande, indicándole muy bien la dirección de cada trazo, pero estos últimos días cojo un folio y me siento a su lado y se lo voy diciendo muy cerca, e intento que lo repita, a la vez que lo escribe, copiándolo del modelo que yo le hago. Parece una niña bastante tímida, a la que le cuesta decir algo cuando hay más gente delante, pero que sola trabaja bastante bien. A la vista de los nuevos conocimientos que tengo sobre el sistema chino de enseñanza, donde se penaliza la individualidad, me atrevo a pensar que además del miedo y pudor del comienzo, subyace un poso de cultura educativa china que pesa más que lo que la estamos enseñando ahora.
Arranca el penúltimo día de mis prácticas en esta escuela y compruebo con agrado que Lisa parece contenta de estar en la clase, ya que después de la asamblea, Rosa les pone música. Hacen una fila, a modo de tren y andan por la clase al son de la música. Si hay música, -andamos-, si no, -somos estatuas-. Como hoy le toca ser la responsable a Paula C., yo hago de “liebre” y le digo que tiene que intentar cogerme, para así activarla. No lo logra porque se para muchas veces, pero al menos lo intenta. Tras unas cuantas vueltas y revueltas, decidimos que ya es momento de sentarse. Justo antes yo les pido que hagan como si los brazos les pesaran poco, que flotan y suben y suben hacia el cielo, estirándose al máximo. Luego, de repente, los brazos pesan como el plomo o el hierro y caen hasta tocar el suelo. Como hay unos cuantos que aprovechan para tirarse al suelo y burrear, decido terminar y mandar a cada uno a su asiento a trabajar. Lisa participa de los juegos y bromas como una más. Hoy volvemos a hacer una ficha de repaso de la “l”, ya que les cuesta mucho hacerla bien. Yo ayudo a todos los que no puede ayudar Rosa y además hoy me pongo con Lisa para ayudarla a ella en especial. Me gustaría dedicarme a ella solamente, pero esa tarea no me corresponde a mí. Es algo que si se pudiera hacer sería un bien impagable para esta niña, pero creo que, el camino simplemente será un poco más largo y costoso para todas las partes implicadas.
Desafortunadamente ha llegado el último día de prácticas. Prefiero no darle vueltas al asunto, porque me da mucha pena acabar. Lisa, sigue con las vocales y le tocaba la “a”. Hay veces que hace las mismas fichas que los demás, pero hoy está trabajando en esas. Otras veces nos alternamos para atenderla, pero hoy me he dedicado yo solo a ella. He empezado como siempre, escribiéndole letra a letra su nombre y el día de la semana en un folio para que ella lo vaya copiando. Es muy aplicada y aunque comete errores, como hacer la L hacia la izquierda y boca abajo, me parce tenaz y perfeccionista (la he visto borrar varias veces una letra porque se había salido un poco de los puntos que hacen de guía). He estado con ella un buen rato y se ha despachado unas cuantas fichas hasta el momento de ir a los rincones. Mientras escribía las “a” yo se lo repetía delante, vocalizando mucho, exagerando, para que ella lo repitiera y he conseguido que lo haga bien varias veces. La anécdota, fruto de su falta de compresión de nuestro idioma, o quizá fruto de una confusión, ha sido que en un momento dado he pensado que era mejor trabajar solos en otra mesa, pero al levantarla de la suya, donde estaba otros 5 compañeros y llevarla apartada, creo que ha interpretado que era un castigo y se ha negado a sentarse en la mesa donde está el ordenador. No solo se ha negado sino que al intentar hacer que se siente se ha echado hacia atrás y casi rompe a llorar. Todo ha sido muy rápido y he dado por hecho que lo interpretaba como un castigo y la he invitado a sentarse otra vez en “su” mesa, lo cual ha celebrado poniéndose a trabajar la ficha que estaba haciendo como si no hubiera pasado nada y hemos seguido trabajando juntos. Estoy fascinado por esta niña. El resto de los niños, mientras, han vuelto a trabajar la letra “l” delante y detrás de vocal diferenciando como suena “al” en contraposición a “la”, etc.
La novedad de este último día ante ellos es que, además de contarles el cuento del Soldadito de Plomo, viene el padre de Ibai para enseñarles a todos los niños de 4 años como es su herramienta de trabajo. Una ambulancia. Mientras estaban viendo la presentación, he aprovechado para despedirme, dejándolos entretenidos. Me han dado un beso y me he despedido de las compañeras.
Ha sido una maravillosa experiencia que jamás olvidaré.
Ahora solo espero poder continuar viendo la evolución de Lisa en los próximos meses y contarlo del mismo modo. Comprobando cómo evoluciona su adquisición del lenguaje en este mismo entorno a una vertiginosa velocidad.